miércoles, 13 de abril de 2011

Silvia


La pequeña Silvia se quejó de dolor de cabeza después de la fiesta. Y, de pronto, se desmayó. Parecía una dulce princesa envuelta en la maldición de la bruja mala del cuento. Todos a su alrededor pensaron que sería un simple desmayo; hacía mucho calor. Pero el médico anunció los peores presagios: la dulce Silvia no se despertaría en unos días. Había sufrido un infarto cerebral sin previo aviso, como a él le gusta. Infernal, terrible, devastador. Silvia no lo merecía. Nadie lo merece.
Sigue hospitalizada, en estado grave pero estable. Y las secuelas no serán fáciles de sobrellevar, pero todavía es pronto para saber cómo quedará.
Este terromoto ha puesto su vida patas arriba, del revés, sin saber por dónde cogerla; también la nuestra. La maldición de la bruja nos ha arrastrado a todos. Nos ha llevado a pensar en el destino, en la vida, en la muerte. En la muerte de aquellos llenos de vitalidad, que todavía tienen tantos veranos por delante. Nos ha llevado a no olvidar que la vida es efímera a nuestros pies, y que debemos vivirla como si fuera la única porque, de hecho, lo es. Ya que algún día, por desgracia, nos puede tocar a nosotros. Es una lotería.
Maldecimos el día en que este infarto llegó a la vida de la pequeña Silvia, y le deseamos que su día a día, ahora lleno de obstáculos, sea sólo una pesadilla dentro de un tiempo.

MSM   

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