viernes, 5 de octubre de 2012

La seducción


“La sonrisa de las mujeres”, de Nicolas Barreau. Primeramente, me sedujo su cubierta. Pienso que si un día te pierdes por una librería sin libro fijo, su portada, el título y la contraportada son lo primero que te llama antes de abrir sus páginas; te tiene que seducir para que lo cojas. En este caso, La Torre Eiffel de fondo y una chica vestida de rojo caperucita entregada al aire que respira, en la portada. Y, en la contra, la foto de un restaurante que existe en la ciudad del amor y con las frases o piedras de Pulgarcito adecuados para seducirte aún más.
Ya en el interior, nada más empezar, la primera frase me invitó a seguir sin excusa alguna: “El año pasado, en noviembre, un libro me salvó la vida”. En mi caso, un libro que trate historias con libros, me seduce. Será porque me gusta leer (todavía recuerdo “La sobra del viento” de Carlos Ruíz Zafón”, que me encantó. Y cómo también empieza: “Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados”).

En el caso de “La sonrisa de las mujeres”, me sedujo su inicio, el hecho de que la historia transcurriera en París, en un restaurante típico parisino situado en el corazón de la ciudad (quizá por lo romántica que soy), y también su protagonista femenina. Un personaje que, a juzgar por las primeras páginas de libro, es una dulce cocinera a la que su novio abandona y que encuentra refugio en un libro “mágico”. Mágico porque habla de ella y de su restaurante. Por un lado surrealista y, por el otro, fantástico y original. A partir de entones emprende la búsqueda de su autor para que le explique cómo, por qué ella sale en el libro.

De hecho, me acabo de dar cuenta que esta chica/personaje también se ha sentido más que seducida por un libro. Me encuentro ahora mismo en una especie de metatarelato que mezcla ficción y realidad (la mía, la del libro, la del personaje).

Realmente, no me he sentido identificada con ninguno de los personajes, uno de los aspectos para la seducción, pero pienso que en la mayoría de libros que leo nunca me siento identificada. No creo que sea un obstáculo en absoluto para que un libro te guste. Es más la sensación de creer que me gustaría vivir las experiencias de los personajes que leo, o dejarme llevar por las historias para crear las mías propias algún día.

MSM