martes, 25 de enero de 2011

Glup glup


Se llamaba Burbuja, y caminaba vagando por los arrecifes de la vida. En cuanto gritaba al aire, las gaviotas se alineaban para contestarle bellos graznidos sin sentido. Nadaba a la deriva muchas noches de luna llena, y se dejaba guiar por su luz brillante y tensa. Vivía en lo alto del mastil de un velero color escarlata, que navegaba sin descanso surcando los mares del infinito. Sus ojitos color miel se perdían en el horizonte de cada atardecer, imaginando desastres naturales que giraban el mundo o bellas historias de corsarios en busca de perlas negras. Burbuja era muy listo. Dentro de su ternura, de su sonrisa, de su histriónica voz, se escondía un ser vivo, maleable, inquieto, perspicaz. Un ser con un corazón libre de problemas y de ataduras; un ser navegante, día tras día, con mil historias oceánicas que contar. Burbuja era paz, era amor, era el olvido.

MSM