jueves, 26 de julio de 2018

Mi oda a los abuelos



Vidas con historias, de manos agrietadas
y millones de horas tras un sueldo. 
Tocaba labrar futuro y experiencia,
ahora, vivir sus máximos deseos.

Los años pasan, los hijos crecen.
Y a veces llegan unos pequeños seres,
que los remueven de arriba a abajo,
que les reclaman todo su tiempo y
que les hacen convertirse en... ABUELOS.

Abuelos de goma, de carne y hueso,
cuentacuentos a tiempo completo,
compañeros de tardes de juegos,
los mejores cocineros.
Maestros de la vida, 
de los valores y de los sueños,
nuestro espejo, nuestro ejemplo,
nuestro imborrable recuerdo.

Vicenç, Maria, Lola, Carme, Miquel.
No importa el nombre, si no
lo importantes que llegan a ser.
Si no existieran,
los tendríamos que inventar,
y un monumento o un templo regalar.
Sin ellos, la vida no sería (real).

Y sólo podemos decirles que les queremos
hasta el infinito y más allá.
Darles las gracias
por ese amor incondicional
que nos colma de alegría y felicidad,
tranquilos de saber que, aunque no estén
o no los veamos, 
los abuelos nunca se van.

MSM

Image: Youtube