miércoles, 20 de noviembre de 2013

Tarde de terraza



Y el café tiró a la cuchara
medio quilo de azúcar en rama
para hacer correr por las venas
la sangre que con nata entraba.

Ni sudor ni lágrimas derramaban
las colillas de los ceniceros que 
los transeúntes apagaban al
aire libre, como almas en pena.

Tic, tac, tic, tac, 
el reloj da las horas
de los sueños infelices
de los vicios ocultos
que perecieron en vano.

Acércate, fiel desconocido,
que contaremos las ovejas
que faltan por saltar de un
pasto a otro, ninfas raudas.

MSM