miércoles, 27 de abril de 2011

El penúltimo clásico


Campeones/Oliver y Benji. Era una de mis series favoritas. Por no decir la que más. Me sabía el nombre de todos los jugadores, sus jugadas. Estaba super enganchada a los partidos entre el New Team y el Mappet, a las relaciones fuera de campo entre los jugadores y sus hinchas chicas, a la rivalidad entre Oliver y Mark Lenders, Julien Guerrero, los gemelos Derryck con su catapulta infernal (¿os imagináis esto de verdad? ¡Imposible!)..., a su amistad con Tom y Benji, a los campos que medían quilómetros, a las jugadas imposibles, a las semanas que se pasaban corriendo sin llegar a portería. Y a la relación con el que Oliver siempre decía que era su mejor amigo: el balón.

Pero, por encima de todo, estaba enganchada a los valores de rivalidad sana y deportividad que había en todos los partidos. A veces, como en la realidad, había juego sucio, miradas asesinas... Pero siempre se acababan ayudando, siempre prevalecía el sentimiento de fútbol y de jugar al fútbol. Nada más. Ni ruedas de prensa hilarantes, ni entrenadores narcicistas y provocadores, ni periódicos manipuladores de la realidad, ni ataques y derribos a los protagonistas de los partidos, ni confrontaciones políticas de fondo. Sólo fútbol y buen juego; sólo deportividad y compañerismo; sólo un deporte y unos sentimientos.

¿Por qué no puede ser así en la vida real? Que gane el mejor esta noche, Barça o Madrid. O el que se lo merezca. Todavía quedará una última bocanada de aire.

MSM