martes, 15 de marzo de 2011

Petits grans moments


Són frases, somriures, paraules, mirades, tonteries, esmorzars, llàgrimes, comiats els que ens lliguen a altres persones. I, després de temps, encara que no t'hi vegis amb freqüència i puguin passar mesos o fins i tot un parell d'anys, no passa res. Perquè sempre són allà. I quan els tornes a veure, és com si no hagués passat el temps, i tornes a riure, a dir tonteries, a plorar, a explicar com ha anat la vida els dies que no ens hem vist, i a explicar-nos els plans de futur que vindran i que compartirem plegats. Moments únics i que només són nostres. I el millor és que saps que aquests petits grans moments no s'acabaran mai. I, la veritat, és fantàstic.

MSM

Chucu chucu chuuu


En un día como hoy, mi abuelo me subió por primera vez al tren. Era de vapor y su traqueteo me ayudaba a hacer las mejores siestas que recuerdo. Bajábamos cada tarde al mercado de la ciudad, más grande y variado, más bohemio e irreverente. Allí nos perdíamos un par de horas encontrando de todo y más, y luego nos tomábamos un croissant de chocolate y un vaso de leche en la granjita de doña Eurelia.
Desde ese primer día, me hice adicta a ese medio de transporte que existía desde los primeros años de las revoluciones industriales y que conectaba países, personas, negocios, miles de historias. Como las que se amontonaban en mi cabeza cuando miraba pasar por el gran ventanal del vagón 4 aquellos paisajes urbanos, marítimos o frondosos, según el destino.
Siempre que podía cogía el tren para desplazarme, y seguramente por eso aprendí a conducir muy tarde. Quizá lo hice expresamente. Prefería estar atenta a las personas que se sentaban delante de mí e imaginarme su historia, mirar el mundo que pasaba rápido al otro lado de la ventana, saludar al revisor y ver cómo lidiaba con los que no tenían el billete, pegarme mis siestas y escuchar las historias de mi abuelo sobre los cables que ayudan a que el tren circule.
Me gusta ir en tren, y aunque ahora soy mayor y mi cuerpo ya no está para según qué trotes, de vez en cuando no pierdo la oportunidad de subirme para ir a cualquier sitio y no perder la esencia de aquellos recuerdos que nos han hecho como somos, que han crecido con nosotros que, en definitiva, nos mantienen vivos.

MSM