miércoles, 17 de noviembre de 2010

Confesiones de una adicta (capítulo 2)


Adicta a ti, a tus labios, a tu cuerpo, a tu olor, a cada uno de tus rincones y cicatrices.
Adicta a la forma en qué te mueves por las noches, sin saber que te estoy mirando.
Adicta a tus pasos que me guían cada día desde una distancia sin rumbo.
Adicta a tu risa, a tu sonora carcajada en mis sueños imposibles.
Adicta a nuestros paseos en tardes de otoño de grandes hojas y frías hierbas.
Adicta al susurro del viento en tus bailes de noches locas.
Adicta a tus orejas, a tus manos, a tus pies, a tus pestañas cuando me miran.
Adicta a los caminos que juntos recorrimos aquellos años de lunas llenas.
Adicta a mi dolor por cada segundo que en tí pienso.
Adicta al horizonte en el que se divisa tu silueta.
Adicta a tu ausencia, a tu recuerdo, a tu melodía.
Adicta a la espera por volver a verte, en cualquier lugar de este mundo sin vida.

MSM