lunes, 16 de mayo de 2011

Vamos de paseo


Las observaba desde el autobús, dos asientos atrás, sin que ellas me vieran. Hablaban amistosamente de lo que hacían sus nietos o de lo que harían ahora cuando bajaran. Parecían amigas de toda la vida, se tenían confianza. Y hablan en aquel tono un poco por encima de la media que suele destacar entre el silencio roto de los autobuses, y que suele molestar un poquito a los que leen e intentan concentrarse. Pero aún así (y yo soy de las que leo), es adorable ver como dos mujeres, ya no tan hechas y derechas, de unos 70 años de media, usan los medios de transporte para verse con sus amigas y airearse un poco de sus quizá monótonas vidas. Es fantástico que puedan valerse por sí solas para ir al cine, tomarse un bermutillo en un bar del centro, o ir de compras.
Y como Amalia y Montserrat (por ponerles un nombre, ¡qué sé yo!), muchas mujeres de avanzada edad salen a recorrer su mundo, a que les toque el sol en la cara aunque sea una vez por semana.Cuando las veo, mi cabeza inquieta me sitúa a mí dentro de cincuenta años en los asientos reservados, preparada para bajarme en la siguiente parada donde alguna amiga me espere. Y que no se pierda nunca.

MSM