jueves, 2 de diciembre de 2010

¡Una de plumas!

¡Qué gran invento, oye! Abriga, no pesa y te da una sensación de confort inexplicable. Su aparición hace unos años fue un auténtico boom y en todas las casas querían uno. Yo recuerdo la primera vez que lo utilicé: fue hace catorce años en un viaje a la tierra de Heidi, en un hotel típico. ¡Toda una experiencia¡ 
Hoy he ido a comprar el mío, ahora en invierno es casi como una necesidad básica. Y tú, ¿ya tienes el tuyo?