miércoles, 29 de diciembre de 2010

Confesiones de una adicta (capítulo 4)

Adicta a tu música, a tus melodías, a las canciones que te gustan y que compartes.
Adicta al ángel que llevas dentro, que me vigila por las noches mientras duermo.
Adicta a las notas de ese acorde tan escuchado que llena los vacios de tu ausencia.
Adicta a los estribillos que cantas cuando me rodeas con tus brazos.
Adicta al canto a la vida que te has impuesto por costumbre y que me está arrastrando.
Adicta a esa canción que me lleva cada día por el camino de valdosas amarillas.
Adicta a tararear contigo nuestra dulce melodía, que nos une en la distancia,
que llama a nuestra puerta, que descanda al otro lado de la almohada.

MSM