Mi alma hoy se ha llenado de humo.
La aguja caída se ha clavado
hondo en mi pecho,
devorada por las llamas,
arropada por el fuego.
Un fuego que todo lo devora,
incluso mis pensamientos
por tantas historias entre
sus paredes escondidas.
Notre Dame grita,
Quasimodo pide ayuda,
las gárgolas lloran.
Y yo lloro con ellas, pues
no puedo sino soltar
lágrimas de impotencia, de dolor
y de desespero.
Hoy un trozo colosal de historia
se apaga lentamente,
en el río Sena,
en nuestros corazones
en nuestros recuerdos.
La Catedral se quema.
Virgen María, te imploramos,
Ve a su encuentro.
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