domingo, 6 de noviembre de 2011

Inicio idílico


Negro azabache se volvieron las hojas aquel otoño dorado. Bicicletas sin ruedas se apoyaban olvidadas en el puente de mis amores, que atraviesa el río de la alameda, allí donde cada tarde la esperaba. Mi memoria apenas alcanza donde llega la vista de aquella mi querida aldea: con su pedregoso campanario, confesor de todo lo que en el valle pasaba; con su sol de mediodía, que daba color a los corazones desaforados en los días de primavera; con su gente entregada, que llenaba cada hora del visitante con una sonrisa. Ahora que me voy acercando lentamente con mi inseparable automóvil de ganga al inevitable destino, sólo quiero quedarme con los buenos momentos vividos hace tantos años en este idílico sitio, cuando iba a beber con los peces del río porque me ahogaba la sed.

MSM

Nota: ejercicio del taller de escritura

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