domingo, 11 de septiembre de 2011

11S: el día que me quedé sin sombra


En cuanto oí la alarma, sabía que algo no iba bien. Un algo que me estremeció el cuerpo mientras regaba a mi querida Ortensia. Sólo me faltaba mirar por la ventana en cuanto oí un fortísmo estruendo y me creí en la fiesta de mi pueblo, cuando hacían los fuegos artificiales. Pero aquellos eran de verdad. Y no fui consciente de lo que pasaba hasta que el colosal edificio que me quedaba a sólo unas manzanas dejó de darme sombra; aquella sombra caída del cielo en los días de fuerte calor. Y unos minutos después, cayó la otra.
Hoy, diez años después, el gran agujero es una fuente de recuerdo, de paz, con líneas de agua que recuerdan a mis queridas sombras, en las que estuve. Porque, años antes, yo estuve allí, en el piso 107. Para nada soy consciente de cómo hubiera sido si, desde esa altura, un loco despistado sin GPS me hubiera querido dar un susto "de muerte".  Desde luego, no lo borraré nunca de mi memoria.

MSM

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