A mis manos llegó una brisa de aire fresco,
lúcida, sencilla, natural.
Vino sin previo aviso, sin llamar
a mi puerta, con desconcierto.
Y se fue sin avisar.
Sin avisar que me esperaba
al otro lado de la calle,
mientras me repetía
que el tesoro era yo.
El tesoro era yo.
El tesoro era to.
MSM
No hay comentarios:
Publicar un comentario