martes, 21 de junio de 2011

Ahí arriba


En lo alto también hay vida: risas, copas de vino y partidas de cartas. Acostumbrados a mirar sólo al frente mientras andamos deambulando por la ciudad, nos olvidamos que los edificios tienen un fin, ahí arriba. Y algunos de ellos, incluso aguardan todo un mundo, a vista de pájaro, desconocido y sorprendente.
Eso pensé el otro día, cuando me sentí poderosa mirando desde lo alto de un hotel, hacia las terrazas de los tejados que dibujaban el horizonte frente al mar: algunas inmensas con columpios y una portería de fútbol de juguete; otras con toldos y una mesa parada esperando a sus diez comensales; las de más allá cayéndose a trozos y a punto de ser derribadas; o, incluso, las más modernas con piscina jacuzzi y dos monigotes exibiéndose en la barandilla (o pensando en tirarse al vacío).
Más arriba o más abajo, nuestras fachadas pueden presumir de tener unos pintorescos tejados con terrazas que esconden las más sórdidas historias que una novela pueda abarcar. Historias recónditas a los ojos de los diminutos transeúntes que ni a imaginarse llegan lo que pasa ahí arriba.

MSM

No hay comentarios: