lunes, 28 de febrero de 2011

MadriZ, MadriZ, MadriZ


Cuando vengas a Madrid, chulona mía
voy a hacerte emperatriz de Lavapies;
y alfombrarte con claveles la Gran Vía,
y a bañarte con vinillo de Jerez.

En Chicote, un agasajo postinero
con la crema de la intelectualidad
y la gracia de un piropo retrechero
más castizo que la calle de Alcalá.

Madrid, Madrid, Madrid,
pedazo de la España en que nací
por algo te hizo Dios
la cuna del requiebro y del chotis.

Madrid, Madrid, Madrid,
en Méjico se piensa mucho en tí
por el sabor que tienen tus verbenas
por tantas cosas buenas
que soñamos desde aquí;
y vas a ver lo que es canela fina
y armar la tremolina
cuando vengas a Madrid

Este fin de semana estuve en la capital del reino. Y cada vez que voy me sigo enamorando de sus transitadas calles, de sus evocadoras luces en la noche, de su enorme metro multicolor, de sus edificios majestuosos. Soy de Barcelona, soy de Cataluña y me encanta ir a los Madriles a pasar los fines de semana. Disfrutar de sus musicales, de sus museos, de sus palacios, de sus parques, del Rastro... Por unas horas, aparto totalmente la disputa que hay entre estos dos pueblos para disfrutar de un paisaje cosmopolita, de una gente amable y muy educada, con un talante diferente al nuestro. Gente curiosa, pero todos tan fantásticos y únicos en su especie. ¡Qué placer poder disfrutar de lo que a uno le gusta, porque sí!