“La sonrisa de las mujeres”, de Nicolas Barreau. Primeramente,
me sedujo su cubierta. Pienso que si un día te pierdes por una librería sin libro fijo, su
portada, el título y la contraportada son lo primero que te llama antes de
abrir sus páginas; te tiene que seducir para que lo cojas. En este caso, La
Torre Eiffel de fondo y una chica vestida de rojo caperucita entregada al aire
que respira, en la portada. Y, en la contra, la foto de un restaurante que
existe en la ciudad del amor y con las frases o piedras de Pulgarcito adecuados
para seducirte aún más.
Ya en el interior, nada más empezar, la primera frase
me invitó a seguir sin excusa alguna: “El año pasado, en noviembre, un libro
me salvó la vida”. En mi caso, un libro que trate historias con libros, me
seduce. Será porque me gusta leer (todavía recuerdo “La sobra del viento” de
Carlos Ruíz Zafón”, que me encantó. Y cómo también empieza: “Todavía recuerdo aquel
amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de
los Libros Olvidados”).
En el caso de “La sonrisa de las mujeres”, me sedujo
su inicio, el hecho de que la historia transcurriera en París, en un
restaurante típico parisino situado en el corazón de la ciudad (quizá por lo
romántica que soy), y también su protagonista femenina. Un personaje que, a
juzgar por las primeras páginas de libro, es una dulce cocinera a la que su
novio abandona y que encuentra refugio en un libro “mágico”. Mágico porque
habla de ella y de su restaurante. Por un lado surrealista y, por el otro, fantástico
y original. A partir de entones emprende la búsqueda de su autor para que le
explique cómo, por qué ella sale en el libro.
De hecho, me acabo de dar cuenta que esta
chica/personaje también se ha sentido más que seducida por un libro. Me
encuentro ahora mismo en una especie de metatarelato que mezcla ficción y
realidad (la mía, la del libro, la del personaje).
Realmente, no me he sentido identificada con ninguno
de los personajes, uno de los aspectos para la seducción, pero pienso que en la
mayoría de libros que leo nunca me siento identificada. No creo que sea un
obstáculo en absoluto para que un libro te guste. Es más la sensación de creer
que me gustaría vivir las experiencias de los personajes que leo, o dejarme
llevar por las historias para crear las mías propias algún día.
MSM