Para Geraldine los recuerdos estaban hechos de risas o de llantos. Ella se quedaba con las risas, por eso quería recordar sólo los momentos maravillosos que pasaron juntos. Desde que le vio por última vez, no había dejado de quererle ni un sólo día y le echaba de menos. Y es que los sentimientos sinceros no desaparecen de la noche a la mañana. Pero él tomó una decisión que ella no pudo más que respetar, por mucho que le doliera. Así que sabía que sólo tenía una opción: seguir adelante, viviendo feliz y contenta con su perfecto presente, con su deseo escondido en un rinconcito del corazón y sus sentimientos encerrados en una cajita hasta nueva orden.
Geraldine rezaba a sus ángeles y sabía que ellos o el Universo le darían lo que merecía. Tarde o temprano. Sólo quería dejar que la vida la sorprendiera y afrontar lo que tuviera que venir. Sólo sabía, como siempre le decía su abuela mientras la estrechaba entre sus brazos, que "todo irá bien".
MSM
