miércoles, 26 de enero de 2011

Confesiones de una adicta (capítulo 5)


Adicta a mis amigas, a mis amigos, a sus sonrisas, a sus penas, a sus alegrías, a sus disgustos.
Adicta a los días que pasamos juntos, a los días que caminamos, a los días que no nos vemos.
Adicta a esas conversaciones interminables sólo finalizadas por la alarma del reloj que nos recuerda que todavía hay un mañana.
Adicta a todas y cada una de las carcajadas que nos provocan nuestras bromas, nuestras contraseñas, nuestras tonterías; tan estúpidas, tan necesarias.
Adicta a los momentos duros que juntos compartimos, que nos hacen más fuertes que nos dan cuenta de quién merece llamarse "amigo".
Adicta a ellos, a mis amigos chicos, a los que son niños hasta tarde, a mis Peter Pan de domingo.
Adicta a ellas, a mis amigas, a las vergonzosas y a las atrevidas, todas ellas tan únicas, tan luchadoras.
Adicta a todos mis amigos, a los que ya no están y a los que todavía siguen, a los que cada día veo y a los nunca olvido, a los de ratos y a los de toda la vida.
Adicta a todos vosotros, porque de alguna manera me habéis hecho.

MSM