lunes, 7 de marzo de 2011

Un discurso y unas risas


Me encanta el cine y, no sé porqué, hacía meses que no iba; ya no recuerdo cuál fue la última película que vi... En esta ocasión, aproveché para dar una hojeada a la mejor película según unos importantes premios: El Discurso del Rey. El problema es que no he visto las otras candidatas para comparar. Pero sí puedo corroborar que el actor principal es fantástico (Colin Firth, ¿quién no quiere a un Mark Darcy en su vida?), su logopeda otro tanto y la historia está bien tratada, siendo original.
Las historias de realeza siempre me han gustado, volver al pasado, perderse entre paredes de grandes casas y fríos palacios. Hoy, el Rey Jorge VI me ha conmovido con su tartamudez y su "logopeda" me ha parecido fanstástico, muy auténtico. Se merecía un premio (el actor). Aunque en algún momento la película se hacía lenta, el global aprueba con buena nota: algún toque de humor inglés y un discurso final para la historia.

Curiosamente, el día anterior, haciendo zapping en el televisor, cayó ante mis ojos un programa que hacía años (sí sí, años) que no veía. El club de la comedia. Y es en días que estás bajo de moral o te has levantado con el pie izquierdo que agradeces echarte unas risas. ¡Y qué risas! Entonces reflexionas sobre las mentes tan fantásticas que tienen los guionistas que escriben esos textos que han de ser, no leídos, sino interpretados: hay que creerse estas historias para que seduzcan, para que enganchen, para que sean creíbles. Hacer un monólogo no es fácil pero cuando sale, lo supera todo. Y con la finalidad más importante del mundo: hacer reír. ¡Es tan dificil y, a la vez, tan agradecido!
Creo que cualquiera podría interpretar un monólogo, con más o menos gracia, pero con práctica y esfuerzo se puede, como todo. A mi me encantaría probarlo algún día. De momento, espero ansiosa otra dosis de risas la semana que viene, muchas risas, que siempre hacen falta.

MSM

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